Carta de lluvia - Jorge Teiller



Si atraviesas las estaciones conservando
en tus manos hechas cántaro
la lluvia de la infancia que debíamos compartir,
nos reuniremos en el lugar en donde los sueños
corren jubilosos como ovejas liberadas del corral
y en donde brillará sobre nosotros la estrella
que nos fuera prometida.

Pero ahora te envío esta carta de lluvia
que te lleva un jinete de lluvia
por caminos acostumbrados a la lluvia.

Ruega por mí, reloj, en estas horas
monótonas como ronroneos de gato.
He vuelto a la casa que conserva las cenizas
que hacen renacer a los fantasmas que odio.
Alguna vez salí al patio a decirles a los conejos
que el amor había muerto. Aquí no debo recordar a nadie,
aquí debo olvidar la colina de los aromos
porque la mano que cortó aromos ahora cava una fosa.

El pasto ha crecido demasiado
como para arrancarlo. En el techo de la casa vecina
se pudre una pelota de trapo dejada allí por un niño muerto.
Entre las tablas del cerco me miran rostros que creía olvidados,
y mi amigo espera en vano que en el río centellee su buena estrella.

Tú, como en mis sueños, vienes atravesando
las estaciones con la lluvia de la infancia en tus manos hechas cántaro
En el invierno nos reunirá el fuego
que encenderemos juntos.

Nuestros cuerpos harán
las noches tibias como el aliento de los bueyes,
y al despertar veré que el pan sobre la mesa
tiene un resplandor más grande que el de los
planetas enemigos cuando lo partan tus manos de adolescente.

Pero ahora te envío una carta de lluvia
que te lleva un jinete de lluvia
por caminos acostumbrados a la lluvia.

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